Dra. María Camila Sánchez González

Un terror nocturno es una súbita reacción de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra, éstos suelen ocurrir de dos a tres horas después de que el niño concilie el sueño, cuando tiene lugar la transición desde la fase de sueño más profunda a la más superficial de sueño. Generalmente esta transición sucede con suavidad, pero en ocasiones el niño se agita y se asusta, llegando a tener múltiples reacciones conductuales como sentarse en la cama, incorporarse, llorar o gritar; o fisiológicas como aceleración de la respiración y el ritmo, o aumento en la sudoración.
La gran diferencia entre el terror nocturno y la pesadilla radica en que con el terror nocturno al día siguiente los niños no suelen recordar lo ocurrido dado que se encontraban dormidos mientras ocurrió y no tienen imágenes mentales para evocar.
El terror nocturno suele ocurrir debido a una hiperactivación del Sistema Nervioso Central (SNC) durante el sueño, siendo común en niños dado que hasta ahora se está desarrollando su SNC. Existen a su vez múltiples razones contextuales por las cuales se presenta el terror nocturno, entre las que se encuentran: cansancio, enfermedad, estrés o fatiga del niño, ingesta de un nuevo medicamento, o un cambio en el entorno donde se lleva a cabo el sueño.
Es necesario revisar factores contextuales en el niño y visitar a un especialista que de respuesta a la reacción de vomito tras el terror nocturno, descartar cualquier afección biológica o neurológica que este pudiendo dar cabida a esta reacción y poder dar tratamiento mediante el cambio de rutinas de sueño o un cambio en el contexto.

Buenos días,
Concuerdo con lo mencionado por mis colegas, en temas relacionados con el medicamento es ideal acudir al profesional que lo recetó.
Adicionalmente, es importante tener en cuenta que todos los medicamentos a largo plazo pueden traer efectos secundarios, por eso es recomendable complementar el tratamiento con una terapia de origen conductual, de tal forma que el niño adquiera habilidades que le permitan desenvolverse en su entorno y poco a poco ir dejando el medicamento a un lado.
Los niños que presentan este diagnóstico tienen un mayor riesgo de fracaso escolar, problemas de comportamiento y dificultades en las relaciones socio-familiares, por ello también se ideal trabajar con su entorno escolar y familiar, de tal forma que se logre conformar un equipo que contribuya a su adaptación.
Espero que esta información te sea útil, quedo atenta para cualquier otra inquietud.